viernes, 14 de noviembre de 2025

Sequoyah


 No sabía leer ni escribir.

Así que inventó todo un sistema de escritura.

A comienzos del siglo XIX, en la Nación Cherokee, un orfebre llamado Sequoyah observaba a los colonos blancos con sus “hojas que hablan”: aquellos papeles cubiertos de signos misteriosos capaces de enviar mensajes a distancia y conservar el conocimiento a través del tiempo.

Los cherokees, en cambio, no tenían escritura.

Su historia, sus leyes, sus leyendas existían solo en la memoria, transmitidas de boca en boca, de generación en generación.

Y Sequoyah comprendió algo esencial: el saber de su pueblo era frágil.

La muerte de una generación podía borrar siglos de sabiduría.

Entonces decidió actuar.

Sus amigos lo tomaron por loco.

Su esposa, exasperada por su obsesión, incluso habría quemado sus primeros trabajos.

Los demás se burlaban: ¿cómo un hombre analfabeto podría crear un sistema de escritura?

Ni siquiera los lingüistas formados lograban semejante hazaña.

Pero Sequoyah tenía algo que ningún erudito poseía:

conocía íntimamente su lengua, desde dentro.

Durante doce años trabajó.

Primero intentó asignar un símbolo a cada palabra —demasiadas para recordarlas.

Luego probó con pictogramas —demasiado complicados, demasiado limitados.

Cualquiera habría abandonado.

Él persistió.

Y un día tuvo una revelación.

En lugar de crear signos para las palabras o las ideas, crearía signos para los sonidos.

Descompuso la lengua cherokee en sus sílabas fundamentales e inventó un carácter para cada una.

Ochenta y cinco símbolos.

Eso fue todo lo que necesitó.

Ochenta y cinco signos para representar todos los sonidos de la lengua cherokee.

En 1821, Sequoyah presentó su silabario a los jefes cherokees.

Ellos se mostraron escépticos.

Entonces hizo una demostración:

escribió los mensajes que le dictaron, y su hija —que había aprendido el sistema— los leyó en voz alta desde otra habitación, sin haber oído las palabras originales.

Los jefes quedaron asombrados.

El sistema funcionaba.

Lo que siguió fue extraordinario.

En pocos meses, miles de cherokees aprendieron a leer y escribir en su propia lengua.

La tasa de alfabetización se disparó.

Personas que nunca habían sostenido una pluma escribían ahora cartas, llevaban registros y preservaban sus relatos.

Para 1825, la mayoría de la Nación Cherokee sabía leer y escribir, con un nivel de alfabetización superior al de muchos colonos anglófonos.

En 1828, el Cherokee Phoenix se convirtió en el primer periódico indígena de América, publicado en cherokee y en inglés gracias al silabario de Sequoyah.

Lo que había logrado rozaba el milagro.

Trabajando solo, sin educación formal, creó un sistema de escritura tan elegante e intuitivo que miles de personas lo dominaron en pocos meses.

Los lingüistas aún hoy lo consideran uno de los mayores logros intelectuales de la historia humana.

Muy pocos sistemas de escritura han sido inventados por una sola persona,

y el de Sequoyah es el único que alcanzó un éxito tan rápido y universal.

Pero lo que hace su historia aún más conmovedora es el contexto.

Lo logró durante una de las épocas más oscuras para el pueblo cherokee.

Las presiones de los colonos aumentaban.

El gobierno estadounidense exigía sus tierras.

La expulsión forzada era inminente.

En medio de esa crisis existencial, Sequoyah dio a su pueblo algo que ninguna fuerza podría arrebatarles:

el poder de preservar su lengua, su conocimiento, su identidad.

Cuando llegó la Ruta de las Lágrimas en 1838 —aquella marcha forzada en la que murieron miles de cherokees al ser expulsados de sus tierras—,

llevaron consigo el silabario de Sequoyah.

Perdieron sus tierras, sus hogares, sus seres queridos.

Pero no su lengua.

Gracias a su invento, el idioma cherokee pudo escribirse, transmitirse, enseñarse y publicarse.

Sobrevivió al exilio, a la represión cultural y a generaciones de intentos de asimilación.

Hoy, el silabario cherokee sigue vivo.

Se enseña en las escuelas, aparece en los letreros de las carreteras de la Nación Cherokee y hasta existe en formato digital, en computadoras y teléfonos.

Sí, hoy se pueden enviar mensajes de texto en cherokee gracias a un orfebre del siglo XIX que se negó a dejar morir su lengua.

Sequoyah nunca aprendió a leer ni a escribir en inglés.

No lo necesitaba.

Había creado algo mucho más valioso:

una forma para que su pueblo pudiera leerse y escribirse a sí mismo.

En un mundo que intentaba borrar la identidad cherokee,

inventó una herramienta para preservarla para siempre.

No fue solo innovación.

Fue resistencia.

Fue supervivencia.

Fue amor, hecho visible para un pueblo y su lengua.

Su nombre es Sequoyah.

Y le dio a la Nación Cherokee algo que nunca podrían quitarles:

sus propias palabras, escritas con sus propias manos,

preservadas para la eternidad. 

Mejoras en el circuito permanente

Con el fin de aprovechar al máximo el espacio disponible, tuve que hacer un puente con ciertas complicaciones en la bajada del mismo, donde tuve que ubicar una curva que se cerraba en el ápice. 
La bajada, unido a los cerrados ángulos del trazado en ese punto, junto a un leve cambio de dirección previo, provocaban la inestabilidad de los cochecitos al pasar por allí, motivada esencialmente por la falta de apoyo de la pista, y la imposibilidad de acoplar correctamente unos bordes interiores (pianos).

De modo que, tras darle un par de vueltas al tema, decidí hacer una construcción rígida que diera sustento a la pista en ese punto, haciendo que la bajada fuera más progresiva y fiable en su estructura, proporcionando una sujeción necesaria y conveniente. 







Es otra parte interesante de esta afición, no todo es darle al gatillo. Igual que paso buenos ratos puliendo defectos de los coches y mejorando su rendimiento con pequeños ajustes, la buena ejecución del montaje de la pista, la resolución de problemas eléctricos o estructurales, y la decoración, son otras maneras de disfrutar. 

 

viernes, 7 de noviembre de 2025

Progreso y memoria, y su influencia en nuestra relación con los animales

Vivimos en una época que presume de haber alcanzado cotas inéditas de bienestar social, acceso al conocimiento y liberta individual. Sin embargo, paradójicamente, esta misma sociedad parece parece haber caído en una especie de amnesia histórica, donde todo lo anterior se cuestiona, se desprecia o se reduce a estereotipos simplistas. 

Es curioso -y preocupante- que el ser humano, en su afán por avanzar, olvide valorar en su justa medida a las generaciones que lo precedieron. Aquellos hombres y mujeres que, con inteligencia, esfuerzo, sacrificio y maestría, construyeron los cimientos sobre los que hoy caminamos. Desde la arquitectura de nuestras instituciones hasta los valores que nos cohesionan como comunidad, todo ha sido fruto de un largo proceso de evolución cultural, técnica y moral. 

Y en medio de esta revisión constante del pasado, emerge un fenómeno aún más desconcertante: el intento, por parte de una minoría geográfica pero profundamente influyente, de redefinir la relación entre el ser humano y el mundo animal. Se plantea una ruptura radical con la coherencia que ha guiado esa relación durante milenios, como si la historia del planeta pudiera reescribirse desde un despacho o una red social. Se pretende borrar la complejidad de esa convivencia -hecha de respeto, utilidad, simbolismo y supervivencia- para imponer una visión que, aunque bienintencionada, en algunos casos, corre el riesgo de desnaturalizar al ser humano y su lugar en el ecosistema. 

¿Estamos perdiendo el sentido de continuidad? ¿Nos hemos vuelto tan arrogantes como para creer que todo lo anterior fue error y que sólo nosotros poseemos la verdad?

Reivindicar el valor de las generaciones pasadas no es retroceder, es comprender. Es saber que el futuro se construye mejor cuando se conoce y se respeta el camino recorrido. Porque si algo nos ha traído hasta aquí, no ha sido el desprecio por lo anterior, sino la capacidad de aprender de ello. 

¿Qué le está pasando a nuestra sociedad? ¿Estamos ante una evolución necesaria o una ruptura imprudente? 

¿Debe la ética contemporánea reescribir los vínculos históricos entre el ser humano y el mundo animal? 

¿Dónde está el equilibrio entre el progreso y la memoria?

lunes, 3 de noviembre de 2025

Perlas tarantinianas


 

lo extraordinario


Algo que es lógico lo vemos extraordinario. A eso hemos llegado. 

 

viernes, 10 de octubre de 2025

Capitán Colombia




Durante las protestas que tuvieron lugar en Colombia durante el año 2021, un hombre capturó la atención del mundo como el "Capitán Colombia", tras sostener su posición contra un camión policial equipado con un cañón de agua, armado nada más que con un escudo hecho en casa. 

Espoleados por reformas sobre reformas en impuestos y política de salud durante la pandemia, las protestas se extendieron por toda la nación, marcadas por poderosas escenas de unidad y resistencia. 

La viral imagen de este hombre enfrentándose al torrente de agua se convirtió en un símbolo de coraje y desafío, representando la fuerza de la gente ordinario que rechaza rendirse o retroceder.

jueves, 9 de octubre de 2025

lunes, 22 de septiembre de 2025

Miura

Lamborghini siempre estuvo de moda, y nunca es tarde para recordar un momento histórico de la marca relacionado con España. 
Otoño de 1968. Finca Zahariche, en Lora del Río, Sevilla. De pie, con traje negro, Ferruccio Lamborghini junto a Eduardo Miura, patriarca de la famosa ganadería.  No adivinaríamos quién es el listo, Ferruccio o Miura. El primero tuvo la idea de ponerle a sus modelos (excepto a tres)  nombres relacionados con los toros.



 

Ciencia para despistar, leer cuesta


El "diccionario climático": ciencia de escaparate, dogma de fondo

-De la "emergencia climática" a la "descarbonización": cómo un glosario oficial convierte hipótesis en consignas políticas.

El Diccionario Climático publicado por el gobierno de Sánchez asegura acercar la ciencia a la ciudadanía. Sin embargo, introduce términos como "emergencia climática", "negacionista", "descarbonización" o "cero emisiones netas" como si fueran verdades científicas inapelables. En realidad, son categorías políticas y comunicativas, diseñadas para condicionar la percepción pública. 

Pero no se llamen a engaño, P.S. no es ningún genio, esto no lo ha inventado él: se lleva haciendo desde hace décadas. Crear miedo sobre el tópico de "nos estamos cargando el planeta" se lleva haciendo décadas, y es una excusa cojonuda para manejarnos, como se deja bien claro en este artículo.

La ciencia climática trabaja con probabilidades, incertidumbres y escenarios, no con determinismos absolutos. Transformar esos escenarios en "emergencias" o "puntos de no retorno" no refleja el método científico, sino una estrategia de comunicación alarmista.

El término emergencia implica, en medicina o ingeniería, un riesgo inmediato y verificable que requiere acción instantánea. Sin embargo, en el clima existen proyecciones probabilísticas sobre escenarios futuros. Convertirlas en una "emergencia global permanente" no responde al rigor científico, sino a una estrategia retórica, a un acto político.

Un estudio recientemente publicado en PNASrevela que un enfoque excesivamente alarmista no siempre impulsa la acción, y muestra como discursos cargados de miedo pueden provocar desmotivación o bloqueo, no compromiso real.

- "Negacionista": del escepticismo legítimo al anatema

El diccionario también recurre al término negacionista, usado para descalificar a quienes cuestionan el consenso climático oficial. La Real Academia Española (RAE) define negacionismo como "Actitud que consiste en la negación de determinadas realidades y hechos históricos o naturales relevantes, especialmente el holocausto". Extender esa etiqueta a ciudadanos o científicos críticos no es un error inocente, sino una manipulación deliberada del lenguaje con fines estigmatizantes.

El lenguaje es importante. Las cosas no se pueden decir de cualquier manera, y el uso de las palabras adecuadas en el momento justo, puede tener un efecto sorprendente. Quien domine el relato, acaba dominando la historia, y ya lo dijo Pablo Iglesias, "el coletas": no importa el dato, sino el relato. Es un arte que la izquierda siempre ha dominado a la perfección, ante la pasividad o incapacidad de sus adversarios políticos. Los que nos mantenemos a cierta distancia del organigrama de la partitocracia, quienes, como yo, hemos pasado de la indiferencia al asqueamiento más nauseabundo, no podemos comprender cómo en la sociedad actual, ya bien entrado el siglo XXI, se nos puede manipular de forma tan burda y salvaje sin que nos demos cuenta. Y lo peor, que una vez descubierto, no hagamos nada.

Desde la London School of Economics, un informe advierte que etiquetar voces divergentes con expresiones como "negacionista" o "alarmista" refuerza la polarización y debilita el diálogo constructivo, en lugar de promover una discusión racional. Otras, investigaciones recientes muestran que la repetición de estas etiquetas moldea la percepción pública y fomenta la autocensuraen el ámbito científico.

El resultado es claro: no se trata de describir, sino de silenciar la discrepancia y blindar el dogma climático.

-Descarbonización: el absurdo de borrar el carbono

En documentos del IPCC y la Agencia Internacional de la Energía (IEA), la descarbonización significa reducir las emisiones de CO₂ derivadas de los combustibles fósiles.

El glosario la eleva a proceso inevitable. Pero el término confunde. Viene de carbo (carbón) y en química se asocia al grupo carbonilo del CO₂. Pero traducido al lenguaje común, suena a "eliminar el carbono" en general, algo imposible y absurdo, porque el carbono es la base de la vida: está en el ADN, en las proteínas y en la fotosíntesis que sostiene los ecosistemas.

Los registros geológicos lo prueban: durante el Mesozoico, los niveles de CO₂ eran tres a cinco veces superiores a los actuales, y la biosfera experimentaba una explosión de biodiversidad.

Asimismo, durante el Cámbrico, hace más de 500 millones de años, las concentraciones de CO₂ alcanzaron entre 2.000 y 4.000 ppm, es decir, hasta diez veces los niveles actuales, coincidiendo con la explosión Cámbrica de biodiversidad.

Hablar de "descarbonizar el planeta" es químicamente absurdo y biológicamente imposible.

-"Cero emisiones netas" y "sumideros de carbono"

El glosario fija como meta el cero neto en 2050, confiando en los sumideros naturales. Sin embargo, el informe State of the Climate 2023 de la NOAA, muestra que estos sumideros ya no absorben CO₂ con la misma eficacia que en décadas pasadas.

Las tecnologías de captura, como DAC y BECCS, siguen siendo marginales: un estudio en Nature Climate Change advierte que la mayoría de proyectos previos han fallado en escala y viabilidad. Además, expertos estiman en Frontiers in Climate que para 2050 estas técnicas cubrirían solo un 25 % CO₂ que habría que retirar de la atmósfera, muy lejos del objetivo político.

Prometer el "cero neto" no es ciencia: es una utopía política disfrazada de inevitabilidad.

- La geología incomoda al relato

La geología demuestra que grandes cambios climáticos —glaciaciones, periodos cálidos o eras frías— ocurrieron mucho antes de la industrialización. Factores como los ciclos orbitales de Milankovitch, la actividad solar y la tectónica de placas han sido motores del clima durante millones de años. Así lo confirman registros sedimentarios que muestran cómo los ciclos orbitales modulaban el clima en escalas milenarias.

Reducir la complejidad climática a una sola variable —como las emisiones de CO₂ de origen humano— es una reducción excesiva y engañosa de la historia natural del planeta.

-Ciencia convertida en propaganda

Todas estas expresiones —emergencia climática, negacionista, descarbonización, cero emisiones netas, sumideros de carbono— no buscan describir la realidad, sino condicionarla. El Diccionario Climático no es una guía pedagógica, sino un manual de propaganda, que sustituye la incertidumbre propia de la ciencia por certezas políticas prefabricadas y transforma un debate abierto en un discurso blindado.

La verdadera emergencia no es climática, sino intelectual (y eso es muy triste). El riesgo no está en las tormentas ni en los glaciares, sino en el uso de un lenguaje cuidadosamente diseñado para restringir la crítica y moldear el consenso.

Cuando la ciencia se reduce a consignas, la sociedad no progresa en conocimiento: retrocede hacia el dogma. Y frente al dogma, la única respuesta posible es la crítica, el rigor y la libertad de pensamiento.


Fuente: artículo de Ana Sánchez, www.libertaddigital.com
En cursiva algunas aportaciones mías.

domingo, 21 de septiembre de 2025

Gravalismo para retomar

Cuando los caminos están secos y polvorientos, la arena se convierte en sucesivas trampas sobre las que es imposible avanzar, y los invertebrados inundan los estrechos senderos en las primeras horas de la mañana, prefiero hacer carretera, y así lo he hecho durante junio, julio y agosto. 
Ahora hace un poco menos de calor, y empiezo a pisar tierra con mi engendro 69er seudopacker CX, antes monstercross. 
La Kona Explosif es una bici camaleónica que ha cumplido a la perfección en cada loca idea que aplico en ella. Me gusta.